La pedagogía Waldorf pone énfasis en la necesidad de educar no sólo el intelecto, sino también cualidades humanas cuyo alcance va más allá de la racionalidad, como la gestión de los estados de ánimo o la creatividad.
Propone una relación dinámica entre el alumn@ y la comunidad educadora que ha de permitirle desarrollarse tanto en habilidades medibles objetivamente como en un plano espiritual.
Se potencia la flexibilidad y la creatividad en el aprendizaje. El contenido currículo escolar con el que se trabaja en las escuelas Waldorf orbita en gran parte alrededor de las artes y la artesanía. De este modo, los alumnos aprenden a través de la representación artística de los contenidos de lo que se les imparte, ya sea creando ell@s mism@s historias relacionadas con lo aprendido, inventando coreografías sencillas, dibujando, etc.
Se buscan estrategias para potenciar la involucración de los padres en la educación de sus hij@s tanto en casa como en las actividades extraescolares. Al mismo tiempo, gran parte de las actividades que se llevan a cabo en las clases de las escuelas Waldorf tienen que ver con actividades cotidianas propias de la vida doméstica. En definitiva, se favorece la aparición de una educación en red en la que participen tanto familiares como profesionales de la pedagogía, para no reducir el espacio de enseñanza a la escuela.
Se pone especial énfasis en la necesidad de ofrecer un trato personalizado a l@s alumn@s, y esto se plasma en una cierta flexibilidad a la hora de evaluar los progresos de cada aprendiz.
L@s maestr@s Waldorf se preocupan por adaptar la cualidad del aprendizaje a la etapa de crecimiento por la que teóricamente pasa cada alumno, y creen que exponer a una persona a un tipo de enseñanza para el que no está preparada puede ser dañino para ella.
No sé sirven de tecnologías como las computadoras o los videojuegos hasta que l@s alumn@s no han llegado a la adolescencia, desde la creencia de que estos aparatos podrían limitar su capacidad imaginativa.
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